martes, 22 de marzo de 2011

La historia del Habano

Cuba tiene un renombre internacional por la fabricación de puros habanos, unos cigarros cuya larga tradición de excelencia se fundamenta en su artesanía, que conlleva la misma atención al detalle llevada a cabo por los mejores productores de vino o por la elaboración de los perfumes más prestigiosos.
Esta tradición se remonta a siglos de existencia y es la autentica responsable de la calidad incuestionada del producto más famoso de Cuba: el habano. Ciertamente, los nombres de Cohiba, Montecristo, Romeo y Julieta, Hoyo de Monterrey y H. Upmann, son familiares para todo connoisseur que se precie.

Tal tradición se basa en el mejor cultivo de tabaco del mundo,  las mejores plantas y, naturalmente, las mejores hojas, así como en las celebres habilidades de sus cultivadores y artesanos. Cada uno de estos magníficos puros es la creación de no menos de ciento sesenta operaciones sucesivas, y cada una de ellas remite al trabajo de un artesano, empezando por el cultivo del tabaco y terminando por el ejemplar definitivo.

La historia de esta tradición empieza mucho antes de la llegada de Cristóbal Colon a América en 1492; se remonta a los primeros habitantes de la isla: los indios Tainos. De hecho, el término “tabaco” es la palabra que usaban los Tainos para nombrar el cigarro, los largos cilindros de hoja que usaban para liar y fumar las hojas secas de tabaco. El termino fue apropiado por los colonizadores, hasta significar la misma planta de tabaco, aunque en Cuba  actualmente el termino de usa en su sentido original. Sin embargo, el “tabaco” de los indios solo era un prototipo primitivo de lo que posteriormente sería el cigarro.


El puro, tal y como es llamado habitualmente, fue inventado por los españoles en el siglo XVII.
El elemento clave de tal invención consistía en el doble rollo de hojas de tabaco que da su forma reconocible al cigarro: la capa, u hoja exterior, y el tirulo, u hoja interior, que envuelven la tripa, el relleno de tabaco que contiene el puro.



Seguramente,  la innovación más importante de los españoles fue la introducción de una especie más aromática de plantas que descubrieron en Méjico. Tal hoja superior, Nicotiana tabacum, sustituyo a las especies indígenas, y es el autentico ancestro del noventa por ciento de todas las variedades de tabaco que se consumen actualmente en el mundo.

Durante siglos, la industria del tabaco fue monopolizada por Sevilla, que dependía del cultivo de la Nicotiana tabacum de Cuba. Los cultivadores cubanos estaban por lo tanto obligados a restringirse a la producción local de cigarros, que algunas veces exportaban mediante los marineros que pasaban por La Habana. A pesar del monopolio de Sevilla estos productos locales se fueron haciendo conocidos como los mejores del mundo y no fue hasta 1821 que se estableció la primera industria local de tabaco, cuando España permitió finalmente a los cubanos exportar sus propios productos.


Actualmente, la comercialización de los productos habanos está exclusivamente en manos de la empresa Habanos S.A. una empresa mixta cubana propiedad a partes iguales de Cubatabaco, empresa propiedad del Estado Cubano, y Altadis, empresa española propiedad del grupo inglés IMPERIAL TOBACCO GROUP PLC y su objeto social es la comercialización de todos los productos tabacaleros cubanos y de otros productos vinculados a estos, tanto en Cuba como en el resto del mundo, dentro de los que resaltan los mundialmente conocidos habanos.


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